Son los espacios en blanco que quedan a cada uno de los cuatro lados de una página impresa. Por el lugar que ocupan reciben los nombres de cabeza, pie, lomo y corte.
Los márgenes y blancos son esenciales para la armonía de la página impresa: ejercen en ella la misma función que la luz, que realza y da valor y relieve a los objetos.
O si se prefiere, los blancos son tan necesarios al texto como el blanco al negro en una fotografía para la reproducción de la imagen.
En la página gráfica, los blancos o zonas que no imprimen –contragrafismos o negativo– son estéticamente tan importantes como las zonas impresas –grafismos o positivo– y ambas, unidas y correctamente proporcionadas, constituyen la estructura total.
Antes de determinar los márgenes de un libro o folleto, conviene sabel el fin y uso a que se destina. Según sea edición de bibliófilo, normal o de batalla, llevará márgenes más o menos abundantes. No hablamos de ciertas obras –estéticamente correctas en su originalidad– presentadas con márgenes caprichosos, que pasan por alto las reglas comúnmente establecidas, buscando la armonía por caminos complejos.
Papel importante juegan en la página, además de los márgenes, los otros blancos; interior y exterior de las letras, espaciado e interlineado proporcionados al tamaño del tipo y del libro, separación entre los títulos, blancos de principio y final de capítulo, etc.